SÓLO EXIGIMOS CASTIGO

SÓLO EXIGIMOS CASTIGO

Por. Romamy Miranda Gutiérrez
Por: Romamy Miranda Gutiérrez



HACEN FALTA adjetivos para expresar a total cabalidad la indignación que generan las reiteradas agresiones a periodistas que se están perpetrando en todo el país. 

Periódicos, estaciones de radio e incluso televisoras locales y regionales se están convirtiendo en blanco constante para los grupos del crimen organizado, sin que haya autoridad capaz de garantizar tanto el ejercicio del periodismo como el derecho de la población a estar informada.

Estoy de acuerdo con lo vertido por Hugo L. Del Río en su columna que transcribo textualmente:


Matar al mensajero es la consigna que se repite en las oficinas de algunos gobernadores. El Consejo de Administración del diario Noroeste, que se edita en Culiacán, publica un desplegado a plana entera en el que culpa al gobernador Mario López Valdés o a sus colaboradores del primer círculo del poder, del atentado que sufrió el director del rotativo, Noé Adrián López Ortiz. López Valdés, naturalmente, se deslinda.

 “Es un asalto, como hay docenas todos los días”, dijo. La explicación no convence: a López Ortiz no le robaron ni un centavo. Tampoco lo querían matar: le dispararon a las piernas.

La Procuraduría sinaloense se movió con una rapidez nunca vista y ayer en la mañana ya tenían detenidos a los tres “responsables” de la agresión: unos pobres diablos a quienes en Navolato les vieron cara de chivos expiatorios. El oficio nunca fue baño de rosas, pero en estos últimos años se volvió más peligroso que nunca. Noroeste sufrió noventa amenazas y 67 ataques en lo que va del gobierno de López Valdés. 

Pero los directivos del periódico respondieron a la brutalidad con coraje. No se dejan asustar. En su editorial titulado “Callar no es opción” admiten la posibilidad de que López Valdés no haya dado, personalmente, la instrucción de disparar contra el periodista, pero señalan que “si no son órdenes suyas, son obra de gente que intenta quedar bien con su superior”. En los últimos diez años cincuenta profesionales de la información han sido asesinados. 

El gobierno de Veracruz, encabezado por Javier Duarte, es el verdugo más activo: diez periodistas en tres años. El último fue Gregorio Jiménez, abatido, dice Duarte, por sicarios que cumplían “una venganza personal”. El Estado mexicano, oficialmente, lamenta estos sacrificios humanos ofrendados en el altar de la corrupción, y promete hacer hasta lo imposible para proteger a la gente de los medios. 

Pero, aunque su promesa se correspondiera con su verdadera intención, ¿cómo lo pueden hacer? ¿Van a comisionar a un pelotón de fusileros para que proteja a cada reportero, cada editorialista, cada fotógrafo, cada caricaturista? 

Creo que interpreto el sentimiento de mis colegas: no pedimos protección armada, cosa que además sería imposible: sólo exigimos castigo para los autores físicos e intelectuales de los crímenes. En Afganistán, uno de los policías que escoltaban a un convoy de Prensa mató a una fotoperiodista e hirió a otra. 

Es muy lamentable. Eso es lo que pasaría si el gobierno nos pone guardaespaldas. Lamentable lo de Afganistán. Lo es, todavía más, el hecho de que han sido victimados más hombres de Prensa en México que corresponsales de guerra en Iraq y Afganistán….¡Upsss!

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